Lo primero que hicieron fue informarse bien de todos los detalles que aún no estaban claros. Heracler escuchó a Lita y Ami mientras relataban su combate contra el Negaverso y aunque les prestó atención durante toda la historia sin interrumpirlas, no pudo evitar hacer un claro gesto de sorpresa cuando llegaron al final ...
- ¡Jamás me habría imaginado que Beryl ya estaba derrotada, junto con la Negafuerza! - dijo finalmente Heracler -. Eso confunde mucho las cosas, pues no se me ocurre qué razón puede impulsar ahora a estos demonios; pensaban que preparaban su llegada o algo así...
- ¿Nunca notaste un cambio en ellos en la época en que, se supone, se manifestó la Negafuerza? - preguntó Lita
- Eso es lo más raro - respondió Heracler -. Si hago coincidir las fechas, casi juraría que estos demonios simplemente no aparecieron; incluso llegué a dudar en esa época de que siguieran en China.
- Bueno, una cosa es clara - interrumpió Artemis -; no vinieron a Japón. Los habría reconocido.
- Hay sólo dos posibilidades - dijo Ami, cerrando su computadora de bolsillo tras hacer un par de cálculos -. Que la hayan buscado sin encontrarla, o que se hayan escondido para no ser descubiertos. Y la primera alternativa es inverosímil, así que...
- ¿Insinúas que no querían ser encontrados por la Reina Beryl? - preguntó Lita.
- No suena tan descabellado - dijo Heracler repentinamente - ¿Qué sentido tiene seguir a un rey que ya fue derrotado una vez?.
- Eso no es lo único que me hace pensar en que se escondieron - agregó Ami -. El motivo principal que los hizo revelarse contra Serenity durante el Milenio de Plata fue la ambición, un sentimiento que se debe haber multiplicado cuando Beryl los convirtió en demonios. ¿Por qué entonces se sentirían atraídos a servir a alguien, a ser súbditos de cualquier otro?. No, no suena lógico salvo que los obligaran; y eso no ocurriría a menos que se dejaran descubrir...
- La cosa va tomando sentido - dijo Lita -, pero aún no sé qué hacen aquí en Japón.
-Eso depende de muchas razones - agregó Heracler -. Primero está el asunto socio - político; quieren aprovechar el momento propicio para incentivar una guerra entre ambas naciones. Y segundo, está el Cristal de Plata; probablemente ya están enterados de su existencia y lo ven como su principal amenaza.
- ¿Por qué razón quieren iniciar una guerra? - preguntó Artemis.
- Podrías verlo como un "matar dos pájaros de un tiro" - observó Heracler -. Una guerra les entregaría MUCHA energía humana, en cantidades inimaginables, que ellos podrían absorber para fortalecerse aún más. Y por otro lado, la misma guerra pondrían en peligro la vida de la Princesa de la Luna, que ellos buscan con afán para así localizar y destruir el Cristal de Plata.
- Resumiendo - dijo Lita - estos demonios trabajan por su cuenta y sus objetivos no son muy distintos a los del Negaverso...
- Me gustaría saber más sobre sus poderes - continuó preguntando Ami -. ¿Pueden absorber directamente la energía humana?, ¿Pueden reproducirse o multiplicarse?.
- Sí y ... sí - dijo Heracler, algo dubitativo -. Aunque absorben energía en grandes cantidades, sólo pueden hacerlo a grandes grupos de personas, no a individuos en especial. Necesitan además que las personas estén en un estado de "euforia colectiva", aunque para incentivar eso son unos expertos. De esa forma, con suficiente energía acumulada, son capaces de metamorfosear a cierto tipo de humanos, muy particulares, en demonios como ellos.
- ¿Es eso reversible? - preguntó Lita intrigada.
- No lo tengo claro. La gente que es atrapada y convertida en ese tipo de demonios suelen ser muy egoístas e insensibles antes de ser transformados, casi como si fuera un requisito previo. Sanarlos sería probablemente tan difícil como hacerlas cambiar en su forma de ser, y no sé cómo hacer eso...
- Una última cosa, Heracler - puntualizó Artemis -. Tú has combatido contra ellos por muchos años. ¿Tienen algún punto débil?
- Uno en particular - respondió Heracler -: No tienen paciencia en el combate; suelen atacar sin estar preparados.
- Buen punto - dijo Ami, prendiendo nuevamente su computadora -. Creo que eso será suficiente para empezar a idear algún plan.
- " Se ha clausurado la protesta programada para hoy día" - leyó Lita en voz alta -. Imagino que se debe a los disturbios que causamos frente al colegio ¿no creen?
- Quizás nosotros jugamos cierto papel en esta decisión tan repentina - dijo Artemis -, pero no es para sentirse orgullosos. Esos demonios ya deben saber quienes somos.
- Puede ser - respondió Heracler -, pero preferiría no apostar. Debemos estar preparados para cualquier sorpresa. En cuanto a nuestras posibilidades, - dijo mirando a Ami - se reducen ahora a dos.
- ¡Un momento! - interrumpió Ami, mientras encendía su visor digital -. La computadora ya había detectado la presencia de estos demonios en nuestro último combate. Puedo intentar captarlos de nuevo, aunque tanto el estadio como el aeropuerto están lejos.
Mientras Ami calculaba, Heracler miraba por la ventana, preocupado pero alerta, pensando en todas las posibilidades. ¿Por qué habrían clausurado la protesta?, ¿Existe acaso algún fenómeno que atraiga la atención de los demonios sólo por ese día?
- ¡Ami, lo tengo! ... - dijo Heracler de pronto.
- Yo también - dijo ésta sonriendo, mientras apagaba su visor digital -, el estadio. Vamos pronto, el partido se juega a las tres de la tarde.
- Sí - afirmó Heracler - y la entrada principal ya debe estar atiborrada de gente...
Una vez en marcha, Lita interrogó a su hermano por su inesperada decisión de último momento.
- No tenía sentido ir al aeropuerto si podían juntar más gente en una protesta. Y de ese modo no tendría sentido disolver la protesta tan "de repente".
- Y además - dijo Ami, mirando a Heracler con una tierna sonrisa - al aeropuerto llega gente todos los días; al estadio, sólo una vez por semana, razón más que suficiente para interrumpir una marcha que no atraería jamás a tanta gente como un partido de fútbol - soccer.
Lita estaba convencida con todo ese mar de argumentos, pero no dejaba además de reconocer cómo Ami y Heracler eran el uno para el otro. ¡A ambos costaba seguirles el pensamiento!
- Esto es raro - comentó Lita -, el partido empieza en una hora más...
Lentamente, una ola de violencia empezó a estallar dentro de las filas. Lita y Ami también esperaban su turno y estuvieron a punto de perder la calma y seguir a la multitud, cuando Heracler y Artemis las detuvieron en seco.
- No hay duda de que esto es muy, pero MUY raro, hermanita - afirmó Heracler -. De hecho, me parece a propósito.
- ¿Dices que es obra de... ?
- ¡Es verdad! - continuó Artemis -. Creo que van a adelantar el ataque, y a absorber la energía de la gente ahora, mientras hacen fila. ¿No sintieron acaso cómo casi se unieron a la euforia general?
Tomadas por sorpresa pero sin esperar un solo momento más, Lita y Ami se alejaron de la multitud y se transformaron en Sailors, mientras tomaban posición estratégica detrás de los edificios cercanos, de acuerdo al plan que habían elaborado. Heracler y Artemis en tanto se mezclaron entre la multitud y empezaron disimuladamente a calmar los ánimos entre las personas más alteradas de la fila, con el objetivo de descubrir quienes estaban incentivando los desórdenes. Claro, Artemis no intentó conversar, pero se puso al lado de Heracler mientras éste decía palabras amables, tratando de relajar el ambiente.
- ¡Eh, tranquilos! - gritaba con fuerza -. No vinimos a pelear, sino a ver fútbol. ¡Ya van a abrir!, paciencia...
Más de algún forcegeo tuvo que hacer para imponer el orden, pero lo logró sin mucho alboroto. Sin embargo, habían algunos que no tenían ganas de "razonar" :
- ¿Y quién eres tú para decirnos lo que tenemos que hacer? - le gritaron tres individuos con aspecto de pandilleros -. No te metas en esta pelea o te pesará.
La gente reaccionó de manera muy violenta ante este nuevo amedrentamiento. Heracler tuvo que usar la fuerza para convencer a los demás que pelear con él no era buena idea, pero todavía no golpeaba a nadie en serio; ¡ese era el plan!.
- Este no es japonés - dijo otro individuo, indignado al ver que la turba no podía con Heracler - Enseñémosle a no venir a Japón a darle lecciones a nadie.
¿Qué?, ¡Eso era curioso!. ¿Cómo lo descubrieron tan pronto?, su acento no era tan notorio... además, el nuevo individuo se acercó al grupo de los tres que lo habían encarado hace poco. Eso ya era demasiado sospechoso. Cuando la situación se estaba poniendo demasiado complicada, Artemis le jaló el pantalón desesperado, indicándole con la pata que mirara en dirección a Sailor Mercury. No demoró mucho en encontrar su silueta, que se dibujaba como una sombra detrás de un edificio cercano. Tenía su visor digital puesto, su computadora abierta y su mano estirada, indicando claramente la señal que estaba esperando Heracler.
- Gracias Artemis - dijo despacio, mientras lo tomaba rápidamente con sus brazos.
Con un gran salto dejó a Artemis en un lugar seguro ante el espanto de las demás personas. Y luego, con otro salto casi tan rápido como el anterior, se puso justo en frente de este sospechoso grupo de pandilleros. Y fijando su mirada en el primero de todos, le dijo con una sonrisa sarcástica:
- Es verdad, soy de China. Y creo haberte visto en alguna parte...
Heracler concentró toda su fuerza en ese primer golpe, y fue como una tormenta que estalla de repente, después de la calma. Nadie más que Artemis y las Sailor pudieron seguirle la velocidad, pues en menos de un instante el individuo que estaba en frente de Heracler ya se encontraba a varios metros de distancia producto de ese golpe, y totalmente inconsciente. Y mientras caía, emitió un gemido estridente, que fue el presagio de su horrorosa metamorfosis... Antes de caer en el suelo, ya había adquirido su forma normal, la de un demonio azul, corpulento y muy alto. Nadie que lo hubiese contemplado podría haber mantenido su compostura, pues la imagen era grotesca.
Sin embargo, nadie fue presa del pánico en ese momento, pues toda la gente de alrededor cayó de bruces al suelo después que Heracler "nokeara" al demonio principal. De esa forma, sin esperar refuerzos ni nada, los otros tres individuos también se transformaron y encararon de inmediato a su nuevo enemigo. Heralcer en tanto no había perdido la calma, y curiosamente para ellos, los miraba tranquilos, casi tratando de exasperarlos...
- Es una lástima que ya no tengan control sobre estos transeúntes - les dijo en un tono muy relajado -. Veo que ya no podrán tomar su energía...
Sin dudarlo más, los tres lanzaron sus babas al unísono para apresarlo de una vez por todas. Pero para su sorpresa, Heracler salta en el momento justo, dejándolos perplejos y enfurecidos...
- ¡Burbujas de Mercurio! - Gritó Ami de pronto desde el edificio donde Heracler la había visto.
Una espesa niebla cubrió todo el lugar y Heracler, un instante antes de ser cubierto, inmovilizó por la espalda a uno de los demonios y lo sacó del campo de batalla. Mientras, Sailor Júpiter se colocaba en el mismo lugar donde estaba Heracler, y en posición de ataque. Cuando la niebla se disipó, lo único que vieron los otros dos demonios fue que su compañero había desaparecido junto con Heracler, y que en su lugar había ahora una persona totalmente desconocida y lista para atacarlos.
- ¡Vamos, cobardes! - exclamó Sailor Júpiter, impaciente -. Estoy esperando... ¿O es que tienen miedo?
La respuesta no se hizo esperar, y con un rápido movimiento, se pusieron a ambos lados de Lita y dispararon sus babas nuevamente. Pero ellos no sabían que habían caído justo en la trampa; tras dar un salto tremendo, Lita queda fuera de su alcance y Heracler, con la misma velocidad que su hermana, deja al demonio que tenía apresado en el mismo lugar donde estaba Lita antes. De esa forma, el demonio queda cubierto por la baba de sus mismos compañeros, sin posibilidad de moverse.
Ami se acerca entonces frente a ellos, junto con Artemis, Lita y Heracler, que los rodean sin remedio. El plan había salido a la perfección y no había forma de que los demonios escaparan. De esa manera, Heracler y Lita empiezan una conversación que deja perplejos incluso a sus amigos...
- En fin, hermanita... ¿Quieres al de la izquierda o al de la derecha?
- No sé, los dos se ven bastante débiles, pero - dijo con un suspiro - ... me conformo con el de la derecha.
- Está bien. Yo pelearé con el otro, pero sólo porque tú me lo pides.
- Tú siempre tan hermanable...
Aunque Lita atacó brutalmente al demonio que le "correspondía" (quizás recordando la golpiza que le habían dado en el último combate), no hizo demasiado esfuerzo para derrotarlo. simplemente lo tumbó en el suelo con una pequeña llave y luego lo atacó con el Trueno de Júpiter, dejándolo totalmente fuera de combate. Heracler, en cambio, sí parecía muy turbado y golpeaba con fuerza a su enemigo. Lita casi se decide en intervenir, pero Heracler se lo negó rotundamente.
- Nunca debes interrumpir un combate singular - dijo mientras se batía. Artemis asintió con la cabeza, recordando que esa era una vieja costumbre de Júpiter...
Y tampoco fue necesario darle ningún tipo de ayuda. Heracler derrotó en un par de minutos al demonio, que yacía ahora en el suelo mientras él sólo mostraba heridas leves. De esa forma, y con la respiración muy agitada, Heracler le habló con las siguientes palabras:
- Mucho tiempo combatí contra ustedes sin saber qué razón me impulsaba a hacerlo. Ahora sé muy bien quiénes son y cuales son sus propósitos. Dile ésto a tus compañeros en el otro mundo: mi nombre es Heracler - Clamda, de la familia real de Júpiter, descendiente de Her Clam el valiente. Y no perdonaré que sigan ensuciando la memoria de los guerreros de mi planeta ...
Heracler entonces adoptó una posición sumamente extraña, para todos menos para Artemis; levantó sus dos manos juntas al cielo y, con un tremendo destello de luz que brotó de sus manos, recitó una frase en Ganiventü, su idioma natal. Sus palabras surgieron entonces con una fuerza tremenda... y mientras hablaba, su expresión cambió totalmente. Se veía imponente, majestuoso, incluso duro y severo como nunca antes.
- Hetsa ürme, Io karmât
Lo que significa: "Ataca a mis enemigos, Volcán de Io"
Un fuego de color amarillo como el azufre apareció sobre sus manos luminosas y tomó una forma extraña, nebulosa y poco definida. De lejos podía sentirse la fuerza de este ataque, fruto tanto del poder mismo que Heracler heredaba de su antepasado Her - Clam como de su duro entrenamiento en la luna volcánica de Io, el lugar que hacía mucho tiempo recordaba en sus sueños.
Aterrado y compungido, el demonio no atinó a nada más que a gritar con pavor, lanzando desesperadamente sus babas contra Heracler en un intento por salvarse. Pero de poco le sirvió; el volcán de Io arrasó con todo a su paso, evaporó en un instante esas babas e impactó al demonio de frente, dejándolo carbonizado en el suelo.
Ami y Lita miraron toda la escena y quedaron estupefactas. Entendían perfectamente el origen de la fuerza de Heracler, pero ese poder era algo nuevo, incluso para Ami, que recordaba mejor que su amiga los sucesos del Milenio de Plata. Artemis era el único que conocía bien el poder y la fuerza de los guerreros de la raza de Zeus.
- Lo sabía - dijo finalmente Artemis -; El volcán de Io. Esa misma arma detuvo a los demonios cuando atacaron a las Sailor ayer frente al colegio Jyuban. ¿No es así, príncipe?
- Heracler... - dijo Ami -. ¿Tú hiciste eso?
- ¡Eres increíble, hermano! - dijo Lita -. Me sorprendes...
- No hay nada de qué alegrarse - dijo Heracler, mientras miraba al demonio frente suyo, con los puños apretados -. Ya saben que estamos aquí, y eso es lo peor que podría habernos pasado...
Lentamente la ciudad fue cubriéndose con una nube negra y espesa, que surgía justamente de dentro del estadio de fútbol en frente de ellos. Notaron cómo la ciudad se detenía completamente, las luces de las calles y de los departamentos no encendían, y un silencio sepulcral los envolvía ahora a todos, acompañado de una oscuridad total y asfixiante. De esa manera se manifestó la presencia de uno de los siete grandes demonios de Júpiter, Hatchêr-kam, el amo de la desesperación. Y Ami sintió cómo su corazón volvía a encogerse de terror, de la misma manera como hacía mucho tiempo, en medio del ataque de la Reina Beryl, había perdido toda la esperanza y las ganas de combatir; ahora entendió perfectamente contra quién se enfrentaban, y un miedo tan asfixiante como la misma oscuridad la dejó paralizada de espanto.
Creado por: Leo Valencia